Tenemos en nuestro concejo de Colunga una riqueza excepcional, tanto de mar como de montaña que, poco o casi nada explotamos. Si numerosos concejos asturianos con menos potencial, organizan y desarrollan continuamente festivales gastronómicos, nosotros que tenemos mar y montaña con un sinfín de variedades y productos, que, poco o muy poco explotamos. Y se pierde negocio y se pierde riqueza. Y el turista, el veraneante o simplemente el viajero, buscan lugares diferentes. Y Colunga es diferente, porque además de ser un concejo hermoso, entre otras muchas cosas tiene el mar Cantábrico, con sus preciosas y cuidadas playas y el espectacular y moderno puerto pesquero y deportivo de Llastres. Y menos de cinco kilómetros separan el mar del sistema montañoso prelitoral de la sierra de El Sueve, con diez de sus cumbres que superan los mil metros de altitud. Mar y montaña se dan la mano en Colunga. El paisaje lo tenemos, el resto, lo tenemos que poner los colungueses.
Y hablando de otros posibles eventos gastronómicos de interés como el de les fabes en Colunga y los arcinos en Huerres, creo que les llámpares, el pulpu de pedreru y los bígaros, entre otras muchas variedades, también merecen su festival gastronómico. Y además, son productos fáciles de conseguir. Propongo a las asociaciones de hosteleros o de turismo o a quién corresponda, a estudiarlo. Como colungueses que somos, colaboraremos como siempre con cualquier actividad que se haga en Colunga. De guajes, íbamos al pedreru a bígaros, porque además, era lo más sencillo de coger, no hacía falta meterse al agua porque andábamos por las rocas y eran muy fáciles de preparar para comer.
El Bígaro (Littorina littorea), al que los asturianos llamamos Bígaru, los gallegos Mincha o Caramuxo y al que también se conoce como caracolillo de mar, es uno de los más pequeños gasterópodos comestibles que conocemos. El comerlos es todo un auténtico rito, un buen entretenimiento que si es acompañado de buena sidra, mejor. Tiene el bígaru una concha con remate puntiagudo y forma helicoidal. Con la única excepción de la obertura que es casi blanca, su color es marrón oscuro y en ocasiones, casi negro. Su cuerpo es una espiral y en su cabeza hay dos minúsculos tentáculos donde se encuentran los ojos. Posee una membrana dura que cierra a modo de compuerta cuando se quiere encerrar dentro de su concha para esconderse de sus enemigos.
Vive pegado a las rocas y a las algas, a muy poca profundidad, por lo que es normal que queden al descubierto al bajar la marea. Se alimenta exclusivamente de algas y para cogerlos no hacen falta utensilios, solamente las manos, pues su proximidad a la orilla del mar, los pone al alcance de todos.
Su preparación es muy sencilla, pues basta cocerlos en agua con un poco de sal. Así, en una cazuela o pota, echamos agua y añadimos un buen puñado de sal, sin quedarnos cortos, porque el bígaru tomará la que necesite. Cuando empiece a hervir el agua, echamos los bígaros a los que debe cubrir totalmente el agua. Se tienen cociendo unos dos minutos y se sacan, pues de lo contrario se quedan muy secos. En Galicia y en algunos otros lugares, como a casi todo el marisco, también le añaden laurel al cocer. Se suelen poner como aperitivo frío o caliente. Y para comerlos, lo más práctico es utilizar una alfiler, cuya función es quitar la membrana protectora que no se come y posteriormente retirar la carne.
Aunque los Bígaros no son muy solicitados por los consumidores occidentales, si son fuertemente demandados por el mercado asiático, habiendo aumentado considerablemente su exportación, estando actualmente muy solicitados.
En las sidrerías asturianas los venden normalmente por raciones. Cada una lo sirve a su manera, aunque lo más normal es que te pongan un plato de los de café lleno. Hubo un tiempo, en que el chigreru introducía el plato en el recipiente donde tenía los bígaros cocidos y expuestos a la venta sacándolu apinau. Era la medida, era la ración. Hoy, cada chigreru lo hace a su manera, de acuerdo a como entienda o quiera entender la normativa de manipulación de alimentos. Aparte de los bígaros, en el plato, el chigreru también y siguiendo la tradición, pone las alfileres pinchadas en un corchu, donde el comensal las debe de clavar de nuevo al finalizar.
Conozco a un chigreru propietario de una afamada sidrería del centro de Asturias, (no lo voy a nombrar), que al lado del pequeño plato de ración de bígaros, ponía un plato sopero vacío para que los clientes depositasen las conchas puntiagudas vacías. Un cliente, como también hubo costumbre en aquel tiempo, las tiraba al suelo junto a la barra. El chigreru al verlo, se puso muy enfadáu y le llamó la atención indicándole que las depositase en el plato. A la pregunta del cliente de ¿porqué?, contestó el chigreru "el platu vacíu al llenase, ye el beneficiu míu", dando a conocer que mezclaba los vacíos con los llenos. Así ¿cuantas veces tratamos de extraer la carne del bígaru y no sale nada?. Porque, habéilos hailos, el asuntu ye encontrálos y aquí apaeció enseguida el fatu listu.
Saludos desde muestro blog La Curuxa del Sueve en Carrandi/Colunga, en la falda norte de la mítica sierra de El Sueve, con el mar Cantábrico enfrente, en el corazón del Principado de Asturias.
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