El pueblo de Pando/Pandu, lugar donde se encuentra la cueva del mismo nombre, está situado en un pequeño promontorio al norte de la sierra del Paladín, a 120 metros de altitud y pertenece a la parroquia de Leces, en el concejo asturiano de Ribadesella. De caserío típico asturiano entremezclado con buenas y modernas viviendas, está diseminado en cuatro barrios. Cuenta con una capilla de tipología popular del siglo XVIII, con pórtico y nave única a la que se accede por un arco de medio punto y que está bajo la advocación de Santa Bárbara.
La cueva situada a 107 metros de altitud, es de dificultad fácil, con unos 450 metros de recorrido prácticamente horizontal y se puede realizar de forma circular, siendo el tiempo del recorrido el que cada uno quiera
Cabe destacar que esta cueva no está adaptada para el uso turístico y, aunque es fácil de recorrer al tener la entrada y la salida por el mismo sitio, al carecer de medios artificiales, nos obliga a tomar algunas precauciones y aunque no hace falta tener experiencia previa en la espeleología, sí es recomendable acudir con guía y material adecuado, pues recordaremos que aunque este deporte es tranquilo y no nos obliga a correr ni a realizar esfuerzos físicos importantes, sí es un deporte de aventura y riesgo, para el que hacen falta muchas ganas y tranquilidad, pues contemplaremos algo desconocido y nuevo que está en el mundo subterráneo esperando ser visitado. No debemos de entrar solos, siempre debemos de avisar. Sin luz nunca podríamos salir. Hay que recordar que estamos en una cueva, en el interior de una montaña donde “todos los gatos son pardos”.
Es antes de entrar cuando deberemos de ajustar nuestro equipo, sobre todo el casco y la luz que son muy importantes. A partir de aquí, el casco nos salvará de algunos golpes en la cabeza, sin olvidar la espalda con la que hay que tener mucho cuidado pues va desprotegida, solamente la cubre la ropa o funda que llevemos. Hay ciertos pasos estrechos y bajos en los que es necesario agacharse y pasaremos primeramente la cabeza y es ahí, donde tendremos que acordarnos que detrás pasa el cuerpo, por lo que tendremos sumo cuidado a no levantar antes de tiempo la espalda. El calzado, preferiblemente botas de montaña, han de ir ajustadas y bien atadas. La buena suela del calzado nos evitará desagradables resbalones y posibles caídas, pues la cueva tiene agua, barro y está húmeda y oscura. La ropa, cómoda y caliente, para mantener nuestro cuerpo a temperatura.
Por un paso estrecho, un poco retorcido, accedemos al interior de la cueva, a una sala de buena altura en la que ya nos iremos identificando con todo lo que nos espera. Es esta una cueva de desarrollo prácticamente horizontal, sin grandes dificultades deportivas ni técnicas, con pasos voluntarios, gran amplitud y fácil de caminar. Las sensaciones iniciales se nos empiezan a normalizar y la curiosidad aumenta por momentos. Quien no haya estado nunca en un lugar así, no podrá evitar dirigir su “frontal” con curiosidad animal a todas partes. La temperatura interior es siempre constante, oscilando de acuerdo a la época del año entre los 14 y 16 grados. Iremos contemplando impresionantes formaciones geológicas y admiraremos caprichosas y grandes estalactitas que cuelgan del techo y son huecas por dentro, estalagmitas que emergen del suelo y son macizas y de columnas, que resultan de la unión de unas y otras y que nos rodearán en esta cueva de grandes salas y laberínticos recorridos, con algunos pasos estrechos en galerías.
Es impresionante el poder admirar las galerías rocosas y las formaciones blanquecinas de cuarcita, adornadas con tonos de ocre y arcilla y con las formas caprichosas que quiso dar el agua. Así podremos admirar las “banderas”, donde la gota no cae verticalmente, sino que recorre la pared haciendo formas planas y huecas. O los “gurs”, una suerte de charcos con bordes elevados de roca que a veces guardan minerales cristalizados. Pasaremos por la sala de “la colada”, bella zona donde se comenzaron a juntar “columnas”. En la parte superior de la cueva, se filtran algunas raíces de los árboles que están sobre la montaña.
Adentrarse en esta oquedad de caliza carbonífera y recorrer sus galerías resulta una actividad muy entretenida, y una experiencia inolvidable pues este tipo de cueva ha sido formado a lo largo de miles de años por precipitación de los minerales contenidos en las aguas subterráneas que se filtran muy despacio a través de los techos de la cueva.
Volvemos a insistir en la recomendación a los no expertos o menos avezados de acudir con guía. A los clientes y amigos de nuestras casas rurales La Curuxa del Sueve y La Curuxina en Carrandi, Colunga, les facilitamos este servicio con nuestra empresa Nadetur (Turismo, Deporte y Naturaleza). Desde nuestras casas hasta la cueva se tardan unos diez minutos por la Autovía del Cantábrico. Hay en la zona una empresa de turismo activo de nuestra total confianza y con la que colaboramos estrechamente, La Escuela Asturiana de Piragüismo, que les facilita asimismo servicio íntegro. Además de guía profesional, les pone a su disposición todo el material necesario (cascos, fundas, bastones, transporte, información...), con precios especiales a grupos y a particulares. Su teléfono de contacto es el 985841282, su Email: eap@piragüismo,com y su página web www.piragüismo.com.
Muy bonita!
ResponderEliminarLa capilla de Sta. Bárbara se edificó en la primera mitad del siglo XVII,año 1640 aproximadamente.
ResponderEliminarLa sierra no se llama "del Paladín", sino "del Pagadín", por el monte del mismo nombre.
ResponderEliminar